Ciclismo 1.0
Todo empezó cuando mi padre me compró la California X3 teniendo yo unos 11. años. De "competi", llamábamos a los frenos y llantas de aluminio.
Dos años antes me había fracturado un codo aprendiendo a montar en mi BH de paseo, plegable.
Me dio por el BMX y más tarde por el freestyle y por mis manos pasaron muchas otras bicis. Una Panther de amortiguador central, una Peugetot, una MBK, una Haro... y, a parte de las típicas cicatrices por todos las partes del cuerpo y los puntos de sutura, pocos sustos más di en casa. Lo del casco era una quimera...
Ciclismo 2.0
Podríamos decir que se empezó a gestar teniendo 15 años cuando a mi padre le regalaron una bici de carretera. La llevó a un taller de bicis y le pusieron una horquilla nueva, cables, fundas, cinta de manillar (de cuadritos rojos y blancos y de plástico muy resbaladizo en verano y bastante fea incluso en aquella época; 1989) y el día del estreno, en el barrio, fui a coger una curva, el manillar giró pero la rueda no. La potencia, de cuña, la dejaron floja. Estrené la bici con un ostión contra un coche aparcado. A mi no me pasó nada pero la horquilla (nueva) se dobló y rozaba con el cuadro. Metí un gato y la enderecé como pude, lo justo para poder seguir usándola. Nunca se partió... por suerte. Obvia decir que era full acero. Cuadro 11 tubos, llantas, bielas de cuña y desarrollos "anticompact", tija, potencia, pedales, dirección.... Todo de acero!
Yo no entendía por qué, pero la carretera me empezó a apasionar. Empecé a salir del barrio de la UVA de Vallecas para sentir la libertad de dar pedales fuera de la ciudad. Mi madrina falleció muy joven y está enterrada en Chinchón. Pronto me propuse que yo podía llegar allí en bicicleta y así fue. Hasta la puerta del cementerio. No una, sino muchas veces. Carretera de Valencia (hoy día imposible), puente de Arganda donde el hedor del matadero junto al del río Jarama era muy característico... una cuesta a la que le iba cogiendo el punto (resutó ser La Radio) y la cuesta reina. La subida a Chinchón.
La ida se hacía bien, pero la vuelta... siempre llegaba muerto a casa. Era pasar Rivas Vaciamadrid y la carretera siempre iba picando hacia arriba casi hasta llegar a Vallecas. Más de una vez tuve que echar pie a tierra en Los Arcos, pero esas petadas me gustaban. No tenía ningún familiar ni amigo ni siquiera conocido que montase en bicicleta de carretera, así que tardé en entender que esa agonía forma parte de la esencia del ciclismo.
Pronto me propuse otra meta. Conocedor de pocas carreteras, mi meta era llegar a Tarancón. Vallecas-Tarancón-Vallecas, por la carretera de Valencia, N-III. Y así lo hice. Un día de verano, con una funda en el sillín de plástico duro, una camiseta de algodón, bermudas, zapatillas deportivas -pero con rastrales, que se me clavaban el los dedos de los pies- y una riñonera con unas monedas y un yogur dentro, una cacharra de agua y sin cámara ni bomba. Y sin pensar en que pudiera hacerme falta. 142km en 5:05h. Todo un reto conseguido, pero llegar a casa a las 15:30 en verano no le gustó a mi madre.
A año siguiente, ya con ropa del Reynolds, pedales automáticos y otra bici más moderna, con algo de aluminio, que también le regalaron a mi padre, me encontré en el Cristo Rivas con unos chavales del CEC Coslada y quedamos para salir un par de días. Así me inicié en el mundillo de la competición. Y me obligaron a comprar un casco, aunque ya había visto, rara vez, que algunos ciclistas llevaban uno en la cabeza...
Empecé en Juveniles de 2º año donde, la primera vez que fui a los puertos, en un entrenamiento de equipo, me ostié bajando Morcuera. Perdí el conocimiento unos segundos pero en Rascafría dijeron que no era nada serio. Que me observaran. Pero mi padre y mi tío se llevaron un gran susto. Iban detrás con el coche... Tuve varias caídas más en carrera y tal. Lo típico en juveniles.
En aficionados, estando en la mili, cuando iba hacia Morata por la N-III, ya desdoblada, un coche que circulaba por el carril izquierdo se pasó la salida de Valdemingómez y se fue directo al arcén. Con lo largo que es un arcén fue a elegir el momento y posición donde estaba yo... me llevó por delante. Una serie de fracturas, contusiones y quemaduras, la bici y ropa destrozada y otro gran susto fue el resultado. Así que decidí cambiar de actividad.
Ciclismo 3.0
Tras unos años en los que la bici era un estorbo en casa, compré una BH Coronas de montaña y poco a poco le volví a coger cariño a las dos ruedas. Compré una Mondraker doble, de rallye, pero lo que más me gustaba de la montaña eran las bajadas. Quise probar los saltos dobles en un circuito en San Sebastian de los Reyes y monté un cuadro Mondraker Dualen de dual.
El primer día que la estrenaba 2 de enero de 2005, después de saltar un poco me tiré por un cortado de 3 metros. La bici se levantó muchísimo y caí completamente de espaldas. Ni un arañazo. Ni una gota de sangre. Solamente una doble fractura vertebral con acuñamiento y aplastamiento. El traumatólgo dijo a mis padres "ha tenido mucha suerte. Ha estado a punto de quedar tetrapléjico". Tres meses en cama. Dos más con un corsé. Otro mes y medio de rehabilitación y siete de baja. Ayuda para ir al baño cuando ya me podía incorporar y muchas vueltas a la cabeza fueron las consecuencias.
Ciclismo 4.0
Visto que el ciclismo que me gustaba era muy peligroso -pero antes de abandonarlo me dejaron una Stinky para bajar un par de veces el Whistler- me volví a enganchar a la carretera. Gracias a la grupeta de Foromtb, volvió a entrarme el gusanillo de esforzarme en las marchas y acabé en el mundillo Máster. Sinceramente esperaba otra cosa. Corrí en ciclodeportistas en 1994, pero esto ya no tiene nada que ver con aquello. Hay muchísimo nivel y la gente se lo toma muy en serio. Aun así, el ambiente me encanta. Siempre me ha gustado. Empecé con Salchi pero corrí solamente 3 carreras. Después se creó Ciclo Speed y en estos tres años he corrido lo que he podido y me he divertido lo que me han dejado.
En los últimos años solo he tenido un susto. Un nuevo punto de inflexión. Carera de Membrilla 2013. En el kilómetro 12, con el paquete aun al completo, el corredor que me precede se aparta bruscamente y me encuentro con una zona de asfalto totalmente descarnado. No puedo evitarlo y en el primer agujero la rueda trasera revienta, se eleva, la delantera se mete en otro agujero y la caída es inevitable. Salgo volando por encima del manillar a 58.8km/h. Lo único que recuerdo del accidente es un impacto muy violento de mi cabeza contra el suelo que se repite por segunda vez. Me quedo en suelo, tumbado sobre el costado izquierdo y chillando, imagino que más por miedo que por dolor. No lo sé. El nivel de miedo y dolor era elevado por igual. Las piernas apenas las puedo mover, pero las siento y eso ya me tranquiliza, pero la fractura de clavícula con posterior placa y 6 tornillos, la fractura vertebral, las múltiples contusiones y abrasiones no me las quita nadie.
En esos momentos uno no sabe que es peor, si los dolores o el pensar en "como le cuento esto ahora a mi familia". A mi mujer e hija por primera vez y al resto de mis familiares es más difícil.
"Mamá, papá: otra vez me he librado de una cama de por vida".
Así que, una semana en el hospital, un mes en cama, y en total tres meses con otro corsé más la rehabilitación de la clavícula y la espalda. Un trastorno para mi familia más directa y 4 meses de baja. Un recuerdo de por vida en la clavícula y otro del que acordaré según vaya pasando el tiempo, porque los problemas de espalda son bastante delicados.
Le debo mucho a la bici, pero también se ha cobrado lo suyo.
Sé que ha habido gente que ha hecho comentarios del tipo "no es para tanto, la clavícula se la han roto muchos ciclistas y no le dan tanta importancia". En mi caso, la clavícula no era lo importante.
Ciclismo 5.0
Está por ver... de momento ya he dado mi primer paseo.
Saludos a todos y que paséis unas Felices Fiestas!!